miércoles, 14 de diciembre de 2011

Conducir a cualquier parte

Echo de menos conducir.... Hubo un tiempo en que conducía mucho. Conducía bajo el sol, bajo el gran cielo de la meseta. Solían ser rectas interminables, a veces algunas curvas abiertas, y a los lados casi siempre se abría un cielo azul inmenso, chispeante.

También conducía entre la niebla, especialmente en invierno, con la noche cerrada poblando de miedos mi cabeza. Otras veces conducía bajo la lluvia. Era una lluvia torrencial, espesa. Hubo días que conducía con nieve en la carretera. Entonces el coche hacía un zig zag muy curioso, un balanceo inestable y muy tonto. El manto blanco lucía bien bonito sobre la explanada.

Echo de menos conducir. Agarrar bien fuerte el volante y pinchar mi zapato sobre el embrague, mientras cambio de marcha sin descuidarme. Sentir la aceleración bajo mi cuerpo, mientras el paisaje corre veloz por todas partes, envolvente. Echo de menos conducir e irme a cualquier parte.



lunes, 5 de diciembre de 2011

Soñamos

Sueña la piedra,
sueño el gusano,
sueña la nieve,
sueña el enano,
soñamos,
sueña mi vida por dentro,
desde el alba hasta el ocaso.




lunes, 3 de octubre de 2011

Sueña el verano

Sueña el verano con irse a otra parte.
Sueña con las hojas verdes y el aire,
Con el cielo limpio, vestido de aves.

Sueña el verano con irse y no sabe.
Sueña con el mar y la marea breve,
con las estrellas de un ocaso salvaje.

Locura. Sueña el verano y no puede.
Sueña con la alegría de lo que viene,
con el agua dulce y la arena suave.

Sueña el verano antes de irse.
Sueña deseos de oro y mimbre,
que se tejen, enlazan y pudren.

El otoño está aquí... amarillo, tenue.
Vete, verano, vete. Ve a otra parte.



miércoles, 24 de agosto de 2011

Arcoiris del amor

Con los colores del amor, pintaré un lienzo de maravilla. Será un revuelto de danzas divertidas, que regala miles de caricias. Será un tobogán con brazos de dragón, que reparte aventura y mucha risa. Será un secador con rayos de oro, que escupe besos y ama la vida. Así, despacito, conseguiré pintar tu sonrisa. Y estaremos juntos, unidos como pegatinas.



El recuerdo

El recuerdo. La hermosura del recuerdo. Tan lejos del tedio. Tan humano su silencio. Tan radiante envuelto. Tan amado, tan buscado, buceado, aspirado por los codos del anhelo. El recuerdo. Su hermosura, tan bello, tan ansiado, tan deseado, tan frágil su permanencia en el tiempo. El recuerdo. Su viento imaginado, que lo adorna, que yo lo adorno, con locura de volver a verlo, de tenerlo fresco. Tu recuerdo, tu abrazo relleno, tu dolor y mi miedo también están dentro, socavando los años. Recuerdo infinito, manipulado, aproximado... Tu belleza me hace daño.



miércoles, 13 de julio de 2011

Sensaciones

Tu luz se va girando
por el cielo del verano,
se escurre por los agujeros,
se escapa de mis manos.

Tu serenata radiante, tu silencio animado, 
se muda a algún lugar que yo no conozco.
Se muere dentro de mí, agoniza ahogado.

Tu palabra, tu miedo, tu gorjeo,
tu voz quieta, todo se va lejos.
Y yo me quedo con el sueño del beso.
Hago un intento de agarrarme a la vida
y me quedo colgando de tu recuerdo.



viernes, 24 de junio de 2011

La rosa roja

Me asomé a la ventana de mi casa y vi un jardín lleno de rosas. Había muchos colores, pero ninguna roja. Y como rojo es el color del amor apasionado, alegremente pensé: Cuando nazca una rosa roja, nacerá para mi un amor nuevo.

Pasaban los días, yo me asomaba con entusiasmo. Bajo mi ventana, seis rosales verdes coronados serenamente amanecían. Qué bonito hallazgo, que alegría ese regalo, porque el asfalto inerte sin saberlo me ofrecía trocitos de vida a cada rato.

Hoy finalmente, asomada de nuevo, bajo mi ventana se mece, encaramados los rosales, una rama alta, tan alta que invita a los sueños, con una rosa roja, tan roja como la sandía por dentro. Un amor nuevo está en mi puerta sin saberlo. Bajo mi ventana, en concreto.



lunes, 16 de mayo de 2011

Fuera los vestidos

Por fin me quité los vestidos de princesa. Era como calzar un número cuarenta. También me quité las mariposas y las conchas. Me sentía incómoda, extrañamente pomposa. Me quité los lazos rosas, me quité las diademas sonoras, me hacían marca sobre la ropa. Y sobre todo, me quité tus abrazos de manta protectora. Ya me quité todas esas cosas. Son de niña boba.

Me quité los artificios, me quité los orificios por donde entraban los aromas finos, tan sutiles, tan destructivos. Me quité todos tus sonidos de niño listo. Me quité tu risa y tu estallido. Y ahora, con todo esto fuera, quitado y arrojado a ese lugar llamado olvido, me atrevo a decirlo:

Sin ti, HE CRECIDO. Sin tus vestidos. Sin tus regalos podridos. Sin tus silencios dañinos, sin tus ejercicios, sin tus regañinas, sin tus latidos. ¡Fuera los vestidos!



martes, 15 de marzo de 2011

En la oscuridad

¿A qué persona, a qué lugar, a qué cosa llegarán mis labios?
¿A qué objeto, a qué amigo, a qué ciudad llegarán mis manos?
¿A qué palabra, a qué destino, a qué mar llegarán mis latidos?

¿A dónde dirigiré mis pasos?

Incertidumbre, no veo nada más.
Lo único cierto es que avanzo en la oscuridad.



miércoles, 23 de febrero de 2011

Dando vueltas

Al invierno lo haré primavera. A la noche espesa, alegría primera. Al ocaso, alba perpetua. El ayer será mañana. El trago amargo, pasión transformada. A ti yo te daré la vuelta. Serás mi almohada, te daré alma.

A ti, noche de invierno en el ocaso, trago amargo, a ti te daré la vuelta, te haré primavera, alegría primera, serás el alba, mañana, pasión transformada, tu alma, mi dulce almohada.



martes, 8 de febrero de 2011

Vivir sin miedo

No tengo miedo. Ya no tengo miedo. Este mundo pasa. Y mientras pasa, yo me detengo. Y veo.

Veo a todas las personas que pasan.

Y veo que todos nacemos y todos morimos, iguales y distintos.
Ya no tengo miedo, solamente siento.

Amo.
Sufro.
Vivo.

Pero no tengo miedo. No tengo miedo a ser quien soy.

Solamente hablo y digo: Aquí estoy.
Y ni hoy, ni mañana, ni nunca, volveré a tener miedo.
.

sábado, 5 de febrero de 2011

Volver a respirar

Había olvidado caminar, había olvidado el color agitado del mar otoñal, no recordaba el aroma del café en la cafetera vieja de metal, ya no me acordaba del golpe de la lluvia en el cristal, tampoco la serenidad de las mañanas templadas al despertar, ni el palpitar de la noche en la ciudad, con sus bailes, sus gentes, su mirar.

Había olvidado caminar, había olvidado la pasión de la amistad, ya no me acordaba del tacto del periódico sentada en el sofá, no recordaba la alegría corta de comer una fruta y palpar, ni los paseos breves a casa de mi hermana a paso lento y tenaz, tampoco la emoción de la música en mi oído al acostar, con sus notas, sus voces, su sonar.

Había olvidado todas las cosas importantes de verdad.
Lo había olvidado y me siento mal.

Pero hoy, en esta inmensidad, puedo decir tranquila que estoy bien conmigo misma, que la guerra ahora es paz, que no tengo miedo a quedarme dormida, que vivo y amo la vida, que soy una, energía, que la enseñanza está conmigo todavía, y que mañana hay más, aún hay más.

Por fin.
Por fin, he vuelto a respirar.



domingo, 30 de enero de 2011

Alegría

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría,
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

* José Hierro 1947 *



lunes, 24 de enero de 2011

Vida

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro

jueves, 20 de enero de 2011

Un mar de fueguitos

Un hombre de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso -reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Eduardo Galeano

miércoles, 12 de enero de 2011

Los nadie

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen, aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadie: Los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: Los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.

*Eduardo Galeano*

martes, 11 de enero de 2011

El otro beso

Hay otros besos.
Otros besos que antes fueron palabras.

El escenario es un bar.
De madrugada.
Los labios dicen cosas.
Entre el humo y la música,
entre el aroma lento del ron y el ruido de las voces,
entre los focos amarillos y las promesas veloces,
los labios se confiesan.

Los labios dan forma a las verdades del corazón.
Porque no nos atrevemos a decirlo de otro modo.
Porque tenemos miedo, los labios hacen su canción.
Los labios se mueven, se cuentan cosas,
y en un súbito instante, se aproximan y se tocan.
Los labios que antes hablaban, ahora se alborotan.

Solo un segundo,
solo un momento,
y ya están juntos.

En una marea,
en la llama de una vela,
con su oleaje, con su atrevimiento de sirena,
con su violencia, con su humedad penetrante y terca,
los labios se besan.

Y las palabras terminan.
Y las verdades del corazón se esconden bajo la mesa.

La casa

¿Cuándo voy a empezar a ordenar la casa?

Al menos, por fin he comenzado a llorar. Y las lágrimas iniciarán la limpieza. Las lágrimas inundarán las rendijas, azotarán los recovecos de la casa. Las lágrimas ahogarán el polvo acumulado en las baldosas. Las lágrimas barrerán, las lágrimas fregarán, las lágrimas lavarán la ropa.

Pero las lágrimas a veces se atascan. A veces cuesta sacarlas. A veces son puras estacas que se clavan, que atornillan el alma. A veces, no quieren salir, prefieren el vacío de no sentir, el peso de la ausencia sola. Pero es mejor que salgan, que salgan todas! Que se viertan por la casa. Que se derramen. Que se vayan todas.

Y entonces, empezaré a ordenar la casa.

lunes, 3 de enero de 2011

El beso

Ven...

Ven a fundir mi boca de deseos.

Ven a mezclar tu savia con la sangre de mis huesos.
Ven a morder mi piel con la quietud de tus sentidos.
Ven a castigar mi anhelo con la pasión de tus instintos.
Ven a escarpar mis cavidades con el perfume de tus besos.
Ven a encender mis dedos con el fulgor de tu destello.

Ven a fundirme en un beso.

Ven...
Ven a invadir el llanto de mis huecos.
Ven a negar la afirmación de lo perdido.
Ven a soplar la vela del hastío.
Ven a quemar la leña del castigo.
Ven a despertar el sabor de la locura.

Mátame, te pido.
Ven,
ven y mata mi delirio.

Ven,
ven a derribar el peso de la angustia.
La angustia de lo posible.
Angustia sórdida
por amarte tan solo una vez
en el infierno de la duda.

Ven a soslayar el precipicio.

Ven, te pido.
Ven,
ven a prensar mi carne en las paredes del aire.
Ven a romper mi corazón hasta las luces del alba.
Ven a magullar mi dolor hasta el último baile,
hasta el último silencio,
hasta el último fulgor de la noche espesa.

Ven a fundirme en el anhelo del beso.
El beso que se niega eterno.
El beso que no existe.
El beso que se muere a cada instante.
El beso que se muerde en su deseo.

El beso.

Añorado, indulgente,
soñado beso.

Inexistente.

Posible.

Real.

Caduco.

Ven y no vuelvas más.
Aprésame en tus redes
y suéltame luego.

Déjame sentir tu vértigo
y desnúdame en el miedo.

Mas vete después
y no atormentes mis sentidos
con la esperanza del azul intenso.

No atormentes mis entrañas
con la esperanza de ese beso,
que no existe más que en sueños.

Maldito beso.