22 de enero de 2013
Cuando pienso en mi viaje a India, se abriga en mi mente la luz del ocaso sobre el mar Arábigo... Cuántas veces reposé la mirada sobre sus aguas de color miel y cobalto, cuántas veces descansé la fatiga sobre la espuma dorada de sus olas desparramadas, cuántas veces caminé por sus arenas intactas, alzando la vista hacia las copas de cocoteros oscilantes, al aliento de la brisa templada.
Contemplé entonces mi vida, sin distracciones ni música de fondo, sin anestesia... y ese secreto, al que llegué despúes de arañar mucho, en mi obstinación, se quedó allí varado, quizás navegando en las corrientes peligrosas del mar de Arabia, quizás para no ser más descubierto, tal vez enterrado en aquellas horas, al amparo de los seres humanos que encontré, y que desataron para mi nuevos caminos. Sin estas personas, nunca habría conseguido culminar mi travesía por India, el viaje inesperado.
El sueño de Goa
Londres yace bajo la nieve invernal. Aún en Bilbao, me informan que se han cancelado todos los vuelos, por culpa del temporal que cae sobre el norte de Europa. Me desvían a Madrid y desde allí, más tarde, retomo la vía londinense. Ahora sí, surco desde el cielo los tejados blanquecinos de la ciudad británica. Veo al trasluz, desde la ventanilla del avión, una nieve grisácea, que atraviesa la luz opaca de la mañana, que sube hasta mis ojos, que abre y cierra mis párpados. Extrañeza.
En la terminal de Heathrow, mato el tiempo mirando el monitor de vuelos. Al cabo de un rato, comienzo a fantasear. Imagino India como un diluvio de aromas, colores, humanidad por todas partes. Siento burbujear en mi vientre los murmullos de los millones de seres humanos, de hombres y mujeres, de niños y niñas, por todas partes, en todo el continente. También intuyo los palmerales, el calor tropical sofocante, quizás, haciéndome sudar las manos, el reverso de mis rodillas, se empapa mi frente. Habrá basura, a montones, y animales.
Instrospección, cambio de gafas. Imagino India como un viaje a ninguna parte. Como un misterio, como la incertidumbre. Como una escapada desde mi hacia mi, mismamente. Como un encuentro con alguien. También veo India como una oportunidad, como una forma de aprendizaje, de conocer. De indagar, de aspirar, de beber, de pasear con las comunidades. De compartir sonrisas, seguro. De contagiarme. Elijo detenerme en los canales de
la hermosa Kerala, en los ríos de agua dulce y salada, en los bosques habitados, y en las
playas de Goa, con la noche acostada sobre sus arenales y la aureola hippie humeando
en las antorchas. El mar susurra sus historias.
¿Llegarán mis pies a Goa? ¿Tendrá mi nariz un recuerdo a yodo y algas? ¿Serán noches con sabor a langosta bajo las estrellas? Infinito. La realidad es otra.
¿Llegarán mis pies a Goa?
¿Llegarán mis pies a Goa? ¿Tendrá mi nariz un recuerdo a yodo y algas? ¿Serán noches con sabor a langosta bajo las estrellas? Infinito. La realidad es otra.
Will my feet come to Goa?
The dream of Goa
"Twenty of January. It is moderately cold. Butterflies in the stomach. A backpack on the shoulder. An airport. It is still dark, I feel sleepy.London lies beneath the winter snow. Still in Bilbao, they inform me that all the flights have been cancelled, due to the storm that is falling on the north of Europe. My flight is diverted to Madrid and from there, later, I take the London route. Now yes, I can see under the sky, the whitish roofs of the British city. From the window of the plane, a grey snow crosses the gloomy light of the morning, and rises up to my eyes, it opens and closes my eyelids. Amazement.
Inside the Heathrow terminal, I spend the time looking at the flights monitor. After a little bit, I begin to daydream about my destination. I imagine India like a flood of aromas, colours, humanity everywhere. I feel bubbling in my chest the murmurs of millions of human beings, of men and women, of children throughout the country, along the whole continent. I can guess the palm forests, the stifling tropical heat, perhaps, making me sweat the hands and the reverse of my knees. My forehead gets soaked. There will be garbage, heaps of rubbish. And animals.
A deeper insight. I imagine India like a trip to nowhere. Like a mystery, uncertainty. It could be an escape from me towards me, a long journey into me. Maybe a meeting
with someone, or rather, an opportunity to
know other life situations. A way to learn, going for a walk with the communities. Sharing smiles, I am sure. I decide to stop at the channels of the beautiful Kerala, facing the rivers of fresh and salt water, surrounded by inhabited forests. I walk along the
beaches of Goa, with the night laid down on the sand and the aureole of the
hippie movement burning the torches. The sea is whispering stories.
Will my feet come to Goa? Will my nose have a memory to seaweed? Will I enjoy the evenings with taste to lobster under the stars? Infinity. The reality is different".
El enigma de India
¿Por qué esa inquietud por escapar? ¿De dónde viene ese vivo deseo? Por qué ese nomadismo tenaz, ese pulso de ir más allá, siempre más allá...
Desde muy joven, he sentido una viva aspiración por caminar, por ver qué hay detrás de la duna, detrás de la colina, detrás de la cresta ondulada de la montaña. Recuerdo mi primer viaje al desierto. Corría el año 2004 y yo montaba en dromedario a lo largo de un arenal, en Túnez. El día transcurría soleado pero ventoso. Una arena fina voladora lo envolvía todo, me cegaba la vista y me obligaba a ocultar completamente mi rostro con el turbante. Después de avanzar unos minutos entre suaves dunas, apareció una llanura seca y espantosa sin final aparente. En mi cabeza, sin embargo, sentía el deseo de avanzar, de ver qué había más allá. "¡Otra vez ese impulso!" me dije, furiosa. El mismo latido de siempre, el mismo pálpito, llamada, inquietud, voz de la conciencia, llámalo como quieras.
Siempre deseo avanzar, trotar por la planicie y ver algo más que asoma, algo más que nace y después muere, como el río, como la mar que riza las olas y devuelve espuma. En la playa, mojo mis piernas, juego en la orilla, me divierto, pero mi corazón mira al horizonte, a ese cielo siempre cambiante, de colores, de nubes, de grises o de azules, según el sol o la tormenta que cae, destruye y transforma, finalmente.
Así llegó India a mi vida, como la tormenta que esperaba. Solamente di un paso más, y el abismo se abrió a mi paso. Un abismo mental que casi me vacía por dentro, me absorbe, me deja sin alma, es tan difícil de explicar. La soledad. Nunca antes esa palabra resonó tanto en el hueco de mis huesos. Nunca antes me arañó tanto el alma. También quiero explicarte, lector, las maravillas de un viaje insólito, un viaje que empecé acompañada y proseguí yo sola. Un viaje lleno de viajes a miles de partes, adentro mío, también afuera, a los trenes, a los bosques, a las playas, a sus habitantes, al cielo inmenso y sus noches.
Pero...¿cuándo empezaré la dichosa historia de India y sus enigmas? Mucho ruido y pocas nueces. Mucho prólogo y pocas conclusiones. Porque me gusta sacarle a todo las entrañas, India es una pieza demasiado valiosa para despellejarla. Se cocerá a fuego lento, como las buenas ollas.
¿Qué hay más allá? Dunas y más dunas.
¿Y detrás de las dunas? Desierto, nada.
¿Y detrás de las dunas? Desierto, nada.
¿Y qué hay detrás de la nada?
El mar, detrás siempre el mar.
El mar, detrás siempre el mar.
Why this worry for escaping? Where does this living desire come from? Why this tenacious nomadism, this pulse of going further away, always further away...
Since I was young, I felt an alive aspiration to walk, to see what is
behind the dune, behind the hill, behind the crest of the mountain.
I remember my first trip to the desert. It was in 2004. I was riding in
camel along the sand, in Tunisia. The day was sunny but
windy. A flying sand was wrapping everything, I was blind. I had to hide completely
my face with the scarf . After a few minutes walking between soft dunes, it appeared an
ugly and dry plain, without apparent ending. In my head, however, I felt
the desire
to move forward, to see what was beyond. 'Again this feeling.' I said to myself, furious. The same heartbeat, the same throb,
urge, call, voice of conscience, name it as you want.
I always want to move forward. I always want to advance along the surface and look what appears. I like to see what is born and then dies, like the river, like the sea that ruffles the wave and returns foam. On the beach, I wet my legs, I play in the shore, I amuse myself, but my heart looks at the horizon, at this changeable sky, plenty of clouds, colors, grey or blue, according to the sun or the thunderstorm that falls down, destroys and transforms, finally.
This way, India came into my life, as the storm I was waiting for. I only gave one step more and the abyss was opened. It was a mental abyss that almost empties me inside, absorbs me, leaves me without soul, it is so difficult to explain. The loneliness.
I always want to move forward. I always want to advance along the surface and look what appears. I like to see what is born and then dies, like the river, like the sea that ruffles the wave and returns foam. On the beach, I wet my legs, I play in the shore, I amuse myself, but my heart looks at the horizon, at this changeable sky, plenty of clouds, colors, grey or blue, according to the sun or the thunderstorm that falls down, destroys and transforms, finally.
This way, India came into my life, as the storm I was waiting for. I only gave one step more and the abyss was opened. It was a mental abyss that almost empties me inside, absorbs me, leaves me without soul, it is so difficult to explain. The loneliness.
Megana
El día que conocí a Megana, me olvidé por un rato de las anginas que supuraban en mi garganta. Era una tarde calurosa. La
región india de Anantapur se torna seca y tórrida como un desierto, cuando se acerca febrero. En realidad, la visita no estaba programada, pero la idea me venía
rondando la cabeza desde que llegué a la Fundación Vicente Ferrer, donde llevaba varios días visitando proyectos de desarrollo comunitario. Finalmente, sugerí:
"Me gustaría conocer a la niña".
Por la mañana, me había desplazado a una zona rural, para conocer a un grupo de mujeres que se beneficiaba del programa "De Mujer a Mujer". En una pequeña aldea de caminos de tierra, las mujeres, al verme llegar, me cubrieron de sonrisas y collares de flores. A continuación, encendí unas velas ante un pequeño altar dedicado al padre Vicente, como llaman allí a Vicente Ferrer, que falleció en 2009 tras pasar su vida entregado a la erradicación de la pobreza. "Para ellas, el padre Vicente es una divinidad", aclaró la traductora del equipo.
Las mujeres, sentadas sobre el suelo con sus coloridos saris, contaron que recibían pequeñas sumas de dinero, para montar sus propios negocios. Hablaron de sus preocupaciones, de cómo resolvían los problemas, de las reuniones donde tomaban sus decisiones, de sus maridos, de los conflictos con sus maridos, de sus inquietudes y sueños. Al término del encuentro, compartimos unos dulces. Insistimos en la importancia de aprender a leer y a escribir en Telugu, la lengua que ellas hablaban. Jóvenes y ancianas alzaron sus brazos, se comprometieron a estudiar, en adelante. Poco después, bailaron entre sonoros cantos, ilusionadas. Me invitaron a unirme al corro, pero no bailé con ellas, sólo me quedé mirando sus rostros risueños, sus pícaras sonrisas entre los pasos alborozados. Todas dimos palmas.
Una sensación agridulce me quedó, al despedirme. Fascinada por su sencillez y su alegría, me entristeció que me veneraran de aquella manera, tantas veces dieron las gracias. "El dinero que recibe el Sur son las migajas de los banquetes del Norte", recordé las palabras de Ángel Olaran, un misionero vasco que lleva cuarenta años bajo el sol de África.
Por la mañana, me había desplazado a una zona rural, para conocer a un grupo de mujeres que se beneficiaba del programa "De Mujer a Mujer". En una pequeña aldea de caminos de tierra, las mujeres, al verme llegar, me cubrieron de sonrisas y collares de flores. A continuación, encendí unas velas ante un pequeño altar dedicado al padre Vicente, como llaman allí a Vicente Ferrer, que falleció en 2009 tras pasar su vida entregado a la erradicación de la pobreza. "Para ellas, el padre Vicente es una divinidad", aclaró la traductora del equipo.
Las mujeres, sentadas sobre el suelo con sus coloridos saris, contaron que recibían pequeñas sumas de dinero, para montar sus propios negocios. Hablaron de sus preocupaciones, de cómo resolvían los problemas, de las reuniones donde tomaban sus decisiones, de sus maridos, de los conflictos con sus maridos, de sus inquietudes y sueños. Al término del encuentro, compartimos unos dulces. Insistimos en la importancia de aprender a leer y a escribir en Telugu, la lengua que ellas hablaban. Jóvenes y ancianas alzaron sus brazos, se comprometieron a estudiar, en adelante. Poco después, bailaron entre sonoros cantos, ilusionadas. Me invitaron a unirme al corro, pero no bailé con ellas, sólo me quedé mirando sus rostros risueños, sus pícaras sonrisas entre los pasos alborozados. Todas dimos palmas.
Una sensación agridulce me quedó, al despedirme. Fascinada por su sencillez y su alegría, me entristeció que me veneraran de aquella manera, tantas veces dieron las gracias. "El dinero que recibe el Sur son las migajas de los banquetes del Norte", recordé las palabras de Ángel Olaran, un misionero vasco que lleva cuarenta años bajo el sol de África.
Cuando regresé a la fundación, Megana estaba sentada en medio de sus padres, muy seria. Contemplé un momento a la familia. Los padres, desdentados y de aspecto demacrado, parecían asustados, tal vez era la primera vez que salían de su pueblo. Yo me alegré mucho al verles, la niña era tan preciosa. Unos ojos negros almendrados destacaban sobre su piel de chocolate... Llevaba el cabello recogido en dos trenzas, de un brillante color azabache. Su mirada desprendía inteligencia. Le entregué varios regalos: Un sari para la mamá, un traje para el papá, un vestido para ella, y cuadernos y pulseras para sus hermanas y hermanos.
Necesitamos la colaboración de dos traductores para conseguir comunicarnos con la familia. Del Kanara, la lengua de los padres, pasábamos al Telugu, y por fin, del Telugu cambiábamos al Español. Asi, mantuvimos varias rondas de preguntas y respuestas. "¿Estudia mucho en la escuela? ¿Qué le gustaría ser de mayor? ¿A qué se dedica el papá? ¿Tienen cerca algún médico?". "Sí, Megana estudia mucho y ayuda a su mamá en la casa. Le gustaría ser maestra. El papá trabaja en el campo. Tienen seis ovejas. Sí, el médico está cerca".
Megana mostró una tímida sonrisa, apenas nada. Yo me sentí muy feliz de estar a su lado. Cuando se fueron, me dirigí al hospital de la Fundación, en Batalapali, para chequear mi garganta. Mientras esperaba mi turno sobre un taburete improvisado, vi llegar varias personas enfermas, jóvenes y delgadas, que entre tambaleos y convulsiones, después de horas de viaje, a saber desde qué pueblo, se postraban en la camilla con la cara desencajada."Tienes unas anginas bien gordas", me confesó la médica que estaba al frente de las urgencias. Recogí mi receta y me marché, afectada.
A día de hoy, Megana sigue apadrinada por mi hermana y su marido. El dinero que se envía, revierte en toda la comunidad.
Necesitamos la colaboración de dos traductores para conseguir comunicarnos con la familia. Del Kanara, la lengua de los padres, pasábamos al Telugu, y por fin, del Telugu cambiábamos al Español. Asi, mantuvimos varias rondas de preguntas y respuestas. "¿Estudia mucho en la escuela? ¿Qué le gustaría ser de mayor? ¿A qué se dedica el papá? ¿Tienen cerca algún médico?". "Sí, Megana estudia mucho y ayuda a su mamá en la casa. Le gustaría ser maestra. El papá trabaja en el campo. Tienen seis ovejas. Sí, el médico está cerca".
Megana mostró una tímida sonrisa, apenas nada. Yo me sentí muy feliz de estar a su lado. Cuando se fueron, me dirigí al hospital de la Fundación, en Batalapali, para chequear mi garganta. Mientras esperaba mi turno sobre un taburete improvisado, vi llegar varias personas enfermas, jóvenes y delgadas, que entre tambaleos y convulsiones, después de horas de viaje, a saber desde qué pueblo, se postraban en la camilla con la cara desencajada."Tienes unas anginas bien gordas", me confesó la médica que estaba al frente de las urgencias. Recogí mi receta y me marché, afectada.
A día de hoy, Megana sigue apadrinada por mi hermana y su marido. El dinero que se envía, revierte en toda la comunidad.
Las mujeres del proyecto "De Mujer a Mujer"
A las mujeres les gusta mucho bailar
Charlamos con Megana y su familia
Los padres de Megana son analfabetos
La familia con la ropa nueva
Megana por fin luce una tímida sonrisa
The day that I met Megana, I forgot my throat infection for a while. It was a warm evening. The Indian region of Anantapur becomes dry and torrid like a desert in February. In fact, the meeting was not planned, but I had thought of visiting her, since I came to Vicente
Ferrer RDT (Rural Development Trust), where I was visiting some community development
projects. Finally, I suggested: "I would like to meet the girl."
In the morning, I had moved to a rural area, to meet a group of women who
were taking part in the program "Woman to Woman". In a small village full of
dirty roads, those women gave me dozens of hugs, smiles and flowers, when they saw me coming. Then, I lit some candles in front of a simple temple for the Father Vicente, as they call him. Vicente Ferrer, who died in
2009, spent his life devoted to the erradication of poverty.
"For them, Father Vicente is a divinity", clarified our team translator.
The women, sitting on the ground in colorful clothes, told us that
they had received small sums of money, to run their own businesses. They talked about their concerns, problems and dreams. They told us how they take decisions about the conflicts with their husbands. At the end of the meeting, we
shared some sweets. We insisted on the importance of learning to read and
write in Telugu, the language spoken in that area. The women raised their arms, they were willing to study, excited. Soon,
they danced with traditional songs. They invited me to join them, but I did not dance, I only looked at their laughing
faces and playful smiles. We all clapped our hands together.
It was bittersweet to say goodbye. Fascinated by their simplicity and joy, I was sad also, because they gave me thanks so many times. "The money delivered to the South are the remains of the feasts of the North", I remembered the words of Angel
Olaran, a Basque missionary who has been working for forty years under the African sun.
When
I returned to "Vicente Ferrer RDT", Megana was sitting in the middle of her
parents, very serious. I watched the family for a moment. Her parents,
toothless and haggard, seemed frightened, perhaps it was the first time
that they came out of their village. I was glad to see them,
the girl was so beautiful. She had a glossy black hair collected in two braids. Her black almond-shaped eyes showed intelligence. We gave her several gifts: Clothes for
the mother, a suit for the father, a new dress for her, some notebooks and
bracelets for her sisters and brothers.
We needed the collaboration of two translators to talk to the family. Between questions and answers, three languages were sounding: Kanara, Telugu and Spanish. "Is she studying hard? What would she like to be when she grows up? What does her father do? Can they see the doctor easily?" "Yes, Megana is studying hard. She helps her mother at home also. She would like to be a teacher. Her dad works in the countryside. They have six sheep. Yes, the doctor is near them."
Megana showed a shy smile, just nothing. I felt very happy to be at her side. When they left, I went to the hospital, at Batalapali, to check my throat. While I was waiting for my turn on a stool, I saw that many people were lying on stretchers. Young and extremely thin, they were shivering and trembling, they looked very ill. "You have a strong infection", explained to me the doctor who was in charge in that moment. I picked up my prescription and I left, badly affected.
We needed the collaboration of two translators to talk to the family. Between questions and answers, three languages were sounding: Kanara, Telugu and Spanish. "Is she studying hard? What would she like to be when she grows up? What does her father do? Can they see the doctor easily?" "Yes, Megana is studying hard. She helps her mother at home also. She would like to be a teacher. Her dad works in the countryside. They have six sheep. Yes, the doctor is near them."
Megana showed a shy smile, just nothing. I felt very happy to be at her side. When they left, I went to the hospital, at Batalapali, to check my throat. While I was waiting for my turn on a stool, I saw that many people were lying on stretchers. Young and extremely thin, they were shivering and trembling, they looked very ill. "You have a strong infection", explained to me the doctor who was in charge in that moment. I picked up my prescription and I left, badly affected.
To this day, Megana is sponsored by my sister and her husband. The money that is sent, reverts throughout all the community.




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