No quiero perder de vista mi montaña. Esa que tiene altura y me marea, pero mi voz resuena libre y verdadera. No quiero olvidarme de ella. Esa que está compuesta de roca gris serena, aunque verde es su maleza. Esa donde el oxígeno escasea, pero a pesar de todo, el sol alumbra su cresta. Ahi está mi esperanza, mi vida, mi certeza.
A pesar del desacierto, a pesar de las caídas sobre el hielo, yo sigo en pie con mi maleta, a veces en camino y otras veces a la espera. Mientras tanto, no quiero detenerme en los domingos de pereza, ni en las horas de oficina que arrastra a otros mundos mi cabeza. No quiero perderme en laberintos, ni dar vueltas.
Quiero alcanzar la meta, esa que cuando llegas, aparece otra nueva. O lo que es lo mismo, quiero ver el final del túnel donde otro nuevo comienza. ¡Qué ilusión, qué simpleza! Quiero subir la escalera. Quiero, quiero, quiero verla. Y el sólo deseo me asusta y me inquieta. Pero mi montaña existe, y no cejo en poseerla. Quisiera contenerla unas horas, y después bajar al valle donde descienden las lágrimas, para encontrar el mar, navegar las olas, y volar mis cometas sobre el tejado de una barca velera.
viernes, 27 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
Los otros sueños
Mis sueños tienen que ver con la nostalgia de un mundo que puede ser, pero nunca ha sido. Mis sueños guardan relación con las vidas distintas en mundos distantes, calientes o fríos. Mis sueños se parecen a las miradas nuevas de otras personas, tan maravillosas, tan potenciales, defectuosas. Mis sueños tienen semejanza al viaje del alma que busca y nunca se sacia, que aprende, que encuentra, que osa, que ama. Mis sueños son el hallazgo, el tesoro hallado en mitad del bosque embrujado.
Mis sueños lindan con la belleza de una rosa, espinada e intensamente roja. Mis sueños se parecen a la fuerza del océano bravo, donde nacen y mueren las olas, donde serpentean playas salvajes, desnudas y protectoras. Mis sueños se refieren al mar de arena que baña el horizonte con su delgada línea roja, donde el pensamiento pende y se eleva, insensato se suelta. Mis sueños son como la curva dorada de un ciervo que trota, en su fragilidad y en su fuerza rota, donde la vida galopa. Mis sueños se asimilan al fuego y la tierra de una isla tenebrosa, donde el viento sacude todas las hojas, las destroza, y se hacen alfombra donde posar mis pies y mi alforja.
Mis sueños son aire de agosto plagado de estrellas, mis sueños son armonía, felicidad y dicha en un mundo que muchas veces, anida en la sombra. Mis sueños se yerguen altivos desde el alba hasta la última hora. Mis sueños se ríen, mis sueños se mofan, pero a pesar de todo, sigo tras ellos, como presa loca que todo lo toca. Mis sueños intentan caerse cuando duerme mi mente, como el grano amarillo se hunde en la sopa. Pero al abrir los ojos, de nuevo amanece y, salados, mis sueños regresan cantarines a mi boca. Y así siguen los días, uno tras otro, en la rueda que gira y rebosa.
Mis sueños lindan con la belleza de una rosa, espinada e intensamente roja. Mis sueños se parecen a la fuerza del océano bravo, donde nacen y mueren las olas, donde serpentean playas salvajes, desnudas y protectoras. Mis sueños se refieren al mar de arena que baña el horizonte con su delgada línea roja, donde el pensamiento pende y se eleva, insensato se suelta. Mis sueños son como la curva dorada de un ciervo que trota, en su fragilidad y en su fuerza rota, donde la vida galopa. Mis sueños se asimilan al fuego y la tierra de una isla tenebrosa, donde el viento sacude todas las hojas, las destroza, y se hacen alfombra donde posar mis pies y mi alforja.
Mis sueños son aire de agosto plagado de estrellas, mis sueños son armonía, felicidad y dicha en un mundo que muchas veces, anida en la sombra. Mis sueños se yerguen altivos desde el alba hasta la última hora. Mis sueños se ríen, mis sueños se mofan, pero a pesar de todo, sigo tras ellos, como presa loca que todo lo toca. Mis sueños intentan caerse cuando duerme mi mente, como el grano amarillo se hunde en la sopa. Pero al abrir los ojos, de nuevo amanece y, salados, mis sueños regresan cantarines a mi boca. Y así siguen los días, uno tras otro, en la rueda que gira y rebosa.
sábado, 14 de abril de 2012
El camino de un sueño
Arduo es el camino cuando vas en busca de un sueño. Difícil, exhausto, grande es el esfuerzo de perseguir un sueño. Estoy tan cansada... Hay días que son lentos... Hay días nerviosos, otros simplemente inciertos. Siento estos días plagados de estrellas luminosas, tan bonitas, tan preciosas, pero en mitad, está el vacío, hay un salto. Necesito sortear el abismo que tengo delante, el agujero negro y profundo que estremece mis horas. ¿Cómo camina el gusano de la piedra a la hoja verde del páramo?
Mis pasos van, uno tras otro, en busca del sueño. Mis pasos van, pero mis manos tantean lo oscuro, a los lados y abajo se mece un barranco salado. Si cayera, allá en lo hondo, ¿recogerá una red mullida mi cuerpo magullado? ¿caeré sobre tierra esponjosa o sobre dura roca de asfalto? ¿moriré por fin del salto o encontraré un descanso, un alivio, un botijo lleno de agua fresca del pozo?
Pendiente, crecido, sediento es el camino. No sé dónde ni cuándo alcanzaré una cumbre serena. Entretanto, me abandono al misterio del deseo... Pero el deseo ya no es suficiente. El deseo se pierde, conmigo al lado, y tirito. Estoy sola. Y sola, de pronto, encuentro. Suspendida sobre un hilo, me descubro y entiendo que soy yo a quien miro, porque por fin he aprendido que al final del precipicio... sólo estás tú mismo.
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