domingo, 30 de enero de 2011

Alegría

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría,
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

* José Hierro 1947 *



lunes, 24 de enero de 2011

Vida

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro

jueves, 20 de enero de 2011

Un mar de fueguitos

Un hombre de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso -reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Eduardo Galeano

miércoles, 12 de enero de 2011

Los nadie

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen, aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadie: Los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: Los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.

*Eduardo Galeano*

martes, 11 de enero de 2011

El otro beso

Hay otros besos.
Otros besos que antes fueron palabras.

El escenario es un bar.
De madrugada.
Los labios dicen cosas.
Entre el humo y la música,
entre el aroma lento del ron y el ruido de las voces,
entre los focos amarillos y las promesas veloces,
los labios se confiesan.

Los labios dan forma a las verdades del corazón.
Porque no nos atrevemos a decirlo de otro modo.
Porque tenemos miedo, los labios hacen su canción.
Los labios se mueven, se cuentan cosas,
y en un súbito instante, se aproximan y se tocan.
Los labios que antes hablaban, ahora se alborotan.

Solo un segundo,
solo un momento,
y ya están juntos.

En una marea,
en la llama de una vela,
con su oleaje, con su atrevimiento de sirena,
con su violencia, con su humedad penetrante y terca,
los labios se besan.

Y las palabras terminan.
Y las verdades del corazón se esconden bajo la mesa.

La casa

¿Cuándo voy a empezar a ordenar la casa?

Al menos, por fin he comenzado a llorar. Y las lágrimas iniciarán la limpieza. Las lágrimas inundarán las rendijas, azotarán los recovecos de la casa. Las lágrimas ahogarán el polvo acumulado en las baldosas. Las lágrimas barrerán, las lágrimas fregarán, las lágrimas lavarán la ropa.

Pero las lágrimas a veces se atascan. A veces cuesta sacarlas. A veces son puras estacas que se clavan, que atornillan el alma. A veces, no quieren salir, prefieren el vacío de no sentir, el peso de la ausencia sola. Pero es mejor que salgan, que salgan todas! Que se viertan por la casa. Que se derramen. Que se vayan todas.

Y entonces, empezaré a ordenar la casa.

lunes, 3 de enero de 2011

El beso

Ven...

Ven a fundir mi boca de deseos.

Ven a mezclar tu savia con la sangre de mis huesos.
Ven a morder mi piel con la quietud de tus sentidos.
Ven a castigar mi anhelo con la pasión de tus instintos.
Ven a escarpar mis cavidades con el perfume de tus besos.
Ven a encender mis dedos con el fulgor de tu destello.

Ven a fundirme en un beso.

Ven...
Ven a invadir el llanto de mis huecos.
Ven a negar la afirmación de lo perdido.
Ven a soplar la vela del hastío.
Ven a quemar la leña del castigo.
Ven a despertar el sabor de la locura.

Mátame, te pido.
Ven,
ven y mata mi delirio.

Ven,
ven a derribar el peso de la angustia.
La angustia de lo posible.
Angustia sórdida
por amarte tan solo una vez
en el infierno de la duda.

Ven a soslayar el precipicio.

Ven, te pido.
Ven,
ven a prensar mi carne en las paredes del aire.
Ven a romper mi corazón hasta las luces del alba.
Ven a magullar mi dolor hasta el último baile,
hasta el último silencio,
hasta el último fulgor de la noche espesa.

Ven a fundirme en el anhelo del beso.
El beso que se niega eterno.
El beso que no existe.
El beso que se muere a cada instante.
El beso que se muerde en su deseo.

El beso.

Añorado, indulgente,
soñado beso.

Inexistente.

Posible.

Real.

Caduco.

Ven y no vuelvas más.
Aprésame en tus redes
y suéltame luego.

Déjame sentir tu vértigo
y desnúdame en el miedo.

Mas vete después
y no atormentes mis sentidos
con la esperanza del azul intenso.

No atormentes mis entrañas
con la esperanza de ese beso,
que no existe más que en sueños.

Maldito beso.